miércoles, 8 de febrero de 2012

YO SUJETARÉ LA CUERDA MIENTRAS TÚ ESCALAS EN LAS PROFUNDIDADES DE LA CAVERNA

Acompañas a la persona en un viaje. Viajáis juntos por un territorio ignoto. Esta persona no necesita que le digan dónde mirar, o qué es hermoso, ni que le expliquen las cosas. Lo único que puedes hacer es ayudar a retirar los obstáculos del camino, para que la persona pueda comunicarte lo que ve, para que te describa la plenitud, la belleza y la extrañeza del territorio por el que viaja.


Para que esto ocurra, ha de haber cooperación mutua. Necesitas una relación de confianza y franqueza, de humanidad compartida; necesitas comprender que esa persona es un ser humano pleno, que se relaciona contigo en la plenitud de tu humanidad.


En este proceso, luchamos para encontrar un sentido a nuestra experiencia. Es preciso que te abandones. Que renuncies a tu idea de lo que tienes que ofrecer y atiendas a lo que la otra persona realmente te pide. Por lo general, lo que más desean es tener a alguien a su lado, alguien que comprenda que viven una situación temible, aterradora.


Yo también tengo miedo, porque ignoro las respuestas. Sólo poseo lo poco que poseo. Te acompañaré mientras pueda. No estás solo. Sujetaré la cuerda mientras tú escalas en las profundidades de la caverna. No te soltaré, pero no puedo descender a la caverna contigo. Estoy aquí. Estoy sujetando el extremo de la cuerda y haré todo lo posible para ayudarte a subir.


El mejor regalo que puedes hacer a una persona en esta situación es comunicarle que estás a su lado, hacerle espacio, proporcionarle el entorno que le permita realizar su propio viaje más plenamente.

CUIDADOS ESPIRITUALES.
EDITH CAMPBELL (NUEVA YORK)

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