domingo, 5 de junio de 2011

ACERCÁNDOSE AL ENFERMO

Hay varios modos de interaccionar con las personas enfermas, sea la enfermedad que sea, haya o no haya un final próximo.


Sólo el mero hecho de sentirse enfermo o enferma, dentro de un proceso de pérdida del estado de salud, hace que todas las personas que pasan por esta etapa, (todos lo hacemos algunas veces a lo largo de la vida), se sientan en procesos muy parecidos, con características similares.


Qué podemos hacer? Cómo dirigirnos a ellos, hablar con ellos? Y qué es mejor evitar?


Escuchar es una de las mejores actitudes / aptitudes a trabajar y expresar cuando nos relacionamos-visitamos a la persona enferma. Normalmente nos pre-ocupamos, incluso antes de la visita, por lo que vamos a contarle, en un intento por entretenerle y que deje de pensar y hablar de lo suyo (que al fin y al cabo es su proceso, su momento, lo que esta viviendo y lo que más le importa ahora a la persona enferma). Esto nos pasa porque nos da miedo que nos diga algo para lo que no tenemos respuesta. Y no tenemos por qué tenerla. Simplemente escuchar lo que nos quiera contar, sea del ahora o del pasado o del futuro, le va a hacer bien. Se va a poder desahogar.

Acompañar. Hay momentos en los que no hace falta ni hablar. La persona sabe que estamos ahí, con ella y eso es suficiente. Le da tranquilidad y se siente apoyada. Se puede hablar de muchas maneras..... A veces, sólo con cogerle la mano o acariciarle suavemente la frente, se sentirá reconfortado y sus niveles de ansiedad tenderán a descender, lo que repercute positivamente en su estado de salud general (dolor, sueño...).

Entender – empatizar. Significa no solo comprender intelectualmente lo que nos transmite la persona que está enferma, sino que además nos intentamos poner en su lugar para comprender o sentir más profundamente lo que supone esto que esta viviendo. La situación por la que está pasando, no solo la enfermedad en si, sino tambien lo que ésta supone. Cambio del funcionamiento familiar, de horarios, etc. Sólo al sentir cómo puede sentirse él o ella, podremos comprender por qué reacciona como lo hace (Cómo reaccionaría yo en su lugar?). En vez de criticar, comprenderemos su actitud y seremos más efectivos a la hora de ayudar.

Proporcionar esperanza. No quiere decir mentirle. Esto depende también del grado de información que el enfermo tenga de su proceso y en esto cada caso es muy particular, pues depende de la situación mental-emocional de la persona enferma, de la familia y del personal facultativo a la hora de dar noticias.

Compartir los momentos buenos y los momentos malos. Los descansos y las rachas de malestar. Ahí estamos, no podemos compartir 100% el dolor, pero sí podemos ayudar para aliviarlo. Somos herramientas muy versátiles y siempre podremos hacer algo, lo que pasa es que nos infravaloramos. Cuántas veces he visto a un acompañante hojear una revista mientras el enfermo padecía de dolor....mientras ese dolor se pasa, hasta que la medicacion hace efecto o toca la siguiente toma, podemos ayudarle dándole un sencillo masaje en los pies o en las manos, el rostro...o acariciándole...leyéndole...cantándole en voz bajita o rezando junto a él o ella...darle a su mente otras cosas en las que centrarse para ayudarle a desenfocar la atencion incisiva en el estimulo doloroso. Claro está que no desaparecerá el dolor, que nos indica que a nivel fisico hay un desequilibrio, pero , al menos, proporcionamos algo de alivio a su mente, agotada de tanto padecer.

Contener su angustia. "Sujetarle" cuando se desmorona. Ser nosotros un mástil firme al que agarrarse cuando hay "marejada" emocional. Abrazarle mientras llora. Pero, también, traerle a la realidad de la situación cuando en su interior crea posibles futuros sombríos provocados por el miedo a padecer más y a morir. Traerlo al presente, al momento actual de su situación tal como está. Aquí y ahora.

Permitir expresión emociones: silencios, llanto. Evitar por todos los medios decirle: "no llores" , "no pasa nada" (si pasa, le pasa a él/ella). No ponernos nerviosos si no quiere hablar. Estar ahí es lo que necesita y ya lo estamos haciendo. Simplemente seguimos su ritmo.

Atender necesidades de la familia. Interesarnos por cómo lo están pasando. Si hay algo en lo que podamos ayudar. Vamos a ser un apoyo, un sostén, un elemento en el que confiar. Acompañar y preguntar necesidades ya es una gran ayuda.

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